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ARM será japonesa

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ARM, a SoftBank company

ARM Holdings, la auténtica joya de la corona tecnológica británica y la estrella del llamado Silicon Fen (la zona en torno a Cambridge), recibe una oferta de adquisición del conglomerado japonés de telecomunicaciones SoftBank por 32,000 millones de dólares, un multiplicador de más de 21 veces sobre la facturación del último año de la compañía, 1,500 millones. La oferta supone £17 en cash por acción, un 43% sobre su precio de cierre de la semana pasada.

Los microprocesadores y GPUs de ARM están presentes en una amplísima gama de dispositivos desde ordenadores de sobremesa y portátiles, hasta dispositivos móviles de en la mitad de las tabletas con Android, y en la práctica totalidad de los smartphones, smartwatches y otros dispositivos. Es el tercer fabricante más popular en dispositivos móviles, el primero que vio claramente en la movilidad la oportunidad para capitalizar un diseño enfocado a la extrema eficiencia y el bajo consumo de recursos, y una de las empresas consideradas clave en el desarrollo de la internet of things (IoT). Claramente, el valor de mercado de ARM no reflejaba su ubicua presencia en el actual panorama tecnológico.

El modelo de negocio de la compañía consiste en la licencia de sus diseños y tecnología a fabricantes de dispositivos, que pagan una pequeña cantidad por cada unidad vendida, y es la suma de muchas de esas pequeñas cantidades, en un mundo en el que progresivamente todo está llamado a llevar no uno, sino múltiples chips, lo que termina por sumar los 1,500 millones de dólares que la compañía facturó el pasado año. ARM no fabrica los chips, ni siquiera diseña los chips que llegan al mercado. En realidad, ARM diseña el núcleo que acaba instalado en los chips de otras compañías, como Qualcomm, Nvidia, Apple o Samsung, ARM licencia su diseño a los fabricantes que desean utilizar sus núcleos en sus chips y, finalmente, en sus dispositivos o en los de terceros. En el año 2015, se vendieron alrededor de quince mil millones de dispositivos equipados con núcleos basados en diseños ARM, un crecimiento de tres mil millones sobre el año anterior, en torno a la mitad de ellos instalados en dispositivos móviles. Y a medida que la IoT se extiende y vamos poniendo sensorizando y conectando cada vez más objetos en nuestro día a día, la demanda de chips de bajo consumo no puede hacer más que crecer, un año detrás de otro.

La adquisición, según algunos analistas, tiene un detonante claro en el Brexit, la salida del Reino Unido de la Unión Europea, que ha provocado una fuerte caída de un 30% de la libra con respecto al yen frente al año pasado, del 11% contando únicamente desde el día del referendum. Este descenso en el valor podría haber actuado como un endulzante de la transacción, aunque el efecto, no obstante, no está completamente claro: la fuerte posición de ARM en el mercado global ha provocado un incremento de la valoración de sus acciones de un 16.7% desde la misma fecha.

La operación ha provocado una cierta discusión entre los políticos partidarios del Brexit, que afirman que la adquisición supone una fuerte inversión de divisas y una creación de riqueza en el país que desafía la creencia generalizada de apocalipsis económica asociada con el resultado del referendum, y los que opinan que el hecho de que ARM deje de ser una compañía británica y pase a ser japonesa es una mala noticia, entre otros, una voz tan autorizada como la del fundador de la compañía, Hermann Hauser, que considera que la noticia marca un día triste para la industria tecnológica británica:

“… it was a British company that determined the next generation microprocessor architecture, that is going to be used in all the next generation phones and – more importantly – in the next generation of the internet of things”

(…  era la compañía británica que iba a determinar la arquitectura de los microprocesadores de la próxima generación, la que va a ser utilizada en todos los teléfonos de la generación que viene, y más importante aún, en la próxima generación de la Internet de las cosas)

Ahora, esa compañía será japonesa, con todo lo que ello pueda conllevar. Como parte del trato, SoftBank se ha comprometido a elevar la inversión en ARM hasta doblar su número de empleados en el Reino Unido en un plazo de cinco años, así como a mantener a su equipo directivo y su estrategia de licencias. La compañía podría tratar de buscar sinergias incrementando el número de procesadores basados en ARM en sus dispositivos o plantearse elevar el precio de sus licencias, pero lo que nadie duda es que ahora ejerce una gran influencia sobre uno de los actores fundamentales en el desarrollo de una de las áreas tecnológicas con un crecimiento más prometedor en el futuro.

 

 

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